PATRIMONIO / ¿Cómo cuidar a nuestros hijos aun si les llegamos 
a hacer falta? (I)
El Economista 19 Valores y Dinero - JOAN LANZAGORTA

No todo en finanzas personales es dinero, por eso es necesario designar un buen tutor, de común acuerdo con nuestra pareja.

(Primera de dos partes)

El futuro de nuestros hijos depende en gran medida del cariño y las oportunidades que como padres les procuremos. Pero, ¿qué pasaría si les llegáramos a faltar?¿Quién los cuidaría y cómo? Una de las situaciones más desagradables (y frecuentes) que pasan muchas familias es cuando los padres mueren por algún accidente sin dejar nada.

Ni un testamento, que es el instrumento mediante el cual se puede designar un tutor para sus hijos. Tampoco un seguro de vida o dinero, para asegurar su educación. En dichos casos, los niños quedan sujetos a la buena voluntad de sus familiares o, en casos extremos, de la resolución de un tribunal después de una larga y desgastante batalla legal.

Una cuestión de amor

En finanzas personales no todo es dinero. La planeación en este caso es un acto de amor. Si no lo hacemos, las consecuencias para nuestros hijos pueden ser desastrosas: desde crecer con la persona menos adecuada para cuidarlos —que no quería hacerse cargo de ellos— o vivir en un ambiente en el cual se sientan rechazados, lo cual podría causarles problemas de autoestima y de personalidad.

Incluso podrían pasar parte de su vida pensando si nosotros, como padres, realmente los amamos.

Escoger al tutor correcto

Muchas veces pensamos que si llegamos a faltar, nuestra pareja se encargará de ellos. Pero, ¿qué pasa si ambos fallecen en el mismo accidente, de manera simultánea?

Por eso es necesario designar un buen tutor, de común acuerdo con nuestra pareja. La costumbre es nombrar a nuestros padres, suegros o hermanos, pero a veces puede no ser la decisión más adecuada.

Tal vez vivan en otra ciudad, tengan otro estilo de vida, o simplemente no estén preparados para recibirlos.

Por ello, cada día crece más el número de personas que designan tutores que no son miembros de la familia, sino grandes amigos que comparten sus conceptos de vida y que conocen bien a los niños.

No hay nada malo en ello, siempre que pensemos que es la decisión correcta.

Algunos no lo hacen para no herir los sentimientos de sus familiares; sin embargo, hay que pensar que lo más importante es el bienestar de nuestros hijos.

En el caso de padres divorciados, es importante considerar que las cortes suelen favorecer a los padres naturales o adoptivos. Por lo tanto, cuando haya razones de peso por las cuales el ex cónyuge no se deba hacer cargo de los pequeños, es importante buscar asesoría legal para documentar esos motivos.

Las cortes no aceptarán argumentos como: “nunca se ocupó de nosotros” o “no somos compatibles”, pero sí tomarán en cuenta demostraciones de alcoholismo, abusos o irresponsabilidad.

Antes de nombrar a alguien como tutor, es esencial tener una larga plática con él (o ella), con el fin de explicarle nuestra petición, nuestras razones y deseos. Es importante discutir detalles financieros: asegurarle que le dejaremos dinero suficiente para esa labor, a través de nuestro seguro de vida (o de un fideicomiso testamentario).

Asimismo, debemos darle tiempo para analizar, considerar las consecuencias y decidir si acepta o no tal responsabilidad.

Nuestros deseos

Después de nombrar a un tutor adecuado, tenemos que garantizar que se cumplan nuestros deseos, con el objetivo de que los niños sean criados de la forma como lo haríamos nosotros.

Esto lo podemos hacer por escrito, en nuestro testamento. La meta es dejar claro qué tipo de educación (privada o pública), religión, valores y estilo de vida queremos para nuestros hijos.

Desde luego, es un tema que también deberemos discutir con el tutor que hayamos elegido.

En la segunda parte hablaremos de aspectos principalmente financieros, relacionados con este tema.

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